Los antiguos griegos se dirigían a los planetas, a quienes consideraban Dioses. Lo hacían mediante plegarias, himnos y advocaciones, para honrar su esencia y pedirles favores personales o colectivos. Hoy, en el siglo XXI, el significado astrológico de los planetas es simbólico. ¿Por qué no honrar su esencia por medio de una plegaria? Lugo retoma la tradición griega para ofrecer al lector este ramillete de himnos y advocaciones a los planetas considerados como arquetipos, principios psicológicos como la belleza, la libertad o la imaginación. A fin de cuentas, como diría la filósofa española María Zambrano, se trata de conectar “lo divino que hay en mí con lo divino que hay en el Universo”.

La crítica a la religión se ha convertido en un lugar común. Abundan tanto las denuncias a sus abusos históricos e institucionales como las propuestas