Él es el ser amado, el único, al que llamamos mío, aunque él no lo apruebe o no lo sepa. Él es el relámpago del enamoramiento que perdura en el trueno del detalle y al final del cuerno de la abundancia de una vida. Tras él todos los demás arrobamientos son fugaces, pasajeros, mas necesarios como un abrigo prestado y reconfortante durante el invierno. Usa una loción deliciosa que sabe a pan recién horneado tras un aperitivo de ginebra; tiene la belleza de la madre y el dejo preferido del carácter del padre. Él conoce las especias de un platillo ancestral, que se pensaba perdido, de la abuela. Es el miembro más seductor en la familia, el secreto a los confidentes, tiene algo del mejor de los amigos de la infancia. Todo esto comienza con 100 Haikus, continúa con Velero, y concluye con Me miró por mi nombre. Del más reciente al más antiguo; de mayor claridad, sencillez y brevedad, al mayor formalismo, ambición y, a veces, anacronismo de los inicios. Es el protagonista, metafóricamente el flechador, el único que, idolatrado, tiene tal señorial y engolosinante sobrenombre: Él.

Secretos de la flora en México es un libro que compila las adivinanzas clásicas de “cosas que nos alimentan y otras que sólo sirven de