En el contexto de su aparición y consolidación como disciplina científica, la sociología desarrolló una militante vocación anti-reduccionista que, independientemente de las especificidades que adquirió en cada perspectiva teórica, compartía una motivación de origen: la de justificar la pertinencia y necesidad de la disciplina: la sociología es necesaria y pertinente porque existe su objeto de estudio.

Habría que concebir la totalidad como una forma que mantiene en comunicación diferentes elementos, y esta comunicación, lejos de anular las diferencias, les suministra una