La Inquisición española y las demás inquisiciones que se ejercieron en los reinos de la monarquía católica tuvieron una fisionomía específica, la de una ortodoxia guerrera y, al mismo tiempo, mediadora, que ha tenido su expresión a lo largo de tres siglos en la inmensa geografía imperial. Este es el objetivo y el intento principal del libro que se presenta al lector: dibujar aquel semblante, redefinir hipótesis y temáticas, así como postular nuevas preguntas acerca del cómo y el porqué del Santo Oficio en la monarquía hispánica en su conjunto. Desde los momentos previos a su fundación, en el siglo xv, pasando por la etapa fernandina, a caballo entre dos centurias, hasta llegar a su extinción. Además, se tiene en cuenta, de una manera especial, la historia del distrito inquisitorial en el reino siciliano. Por tanto, esta indagación se inscribe en la ranura historiográfica que procura contemplar la globalidad de los estudios inquisitoriales, bajo el nuevo prisma que se viene proponiendo desde las últimas décadas: si la Inquisición de los siglos xv-xix ha sido investigada en tres áreas, en España, Portugal (y sus respectivos satélites) y la península italiana, solo recientemente el reconocido carácter mediterráneo de la Inquisición de la edad moderna ha sido reubicado en un contexto más extendido, inclusive mundial, y se ha subrayado cómo la Inquisición no fue una pequeña cuestión de detalle en el destino ecuménico de la edificación de la monarquía española. Por el contrario, se perfiló como un arsenal que nacía por una determinada voluntad de dominio que, a lo largo de los siglos xvi-xvii, se institucionalizó como mecanismo ordinario de gobierno, adaptado a las disímiles articulaciones geográficas, nuevo eje del dispositivo de poder de una corona que aumentó sus competencias.
Habría que concebir la totalidad como una forma que mantiene en comunicación diferentes elementos, y esta comunicación, lejos de anular las diferencias, les suministra una
